sábado, junio 24, 2006

Planeta urbano


Interesante noticia nos trae la prensa de esta semana: para el año 2007 la población urbana en el planeta superará, por primera vez en la historia, a la rural. Esto significa mucho para la especie humana, bien ha dicho Lewis Munford, autor de la indispensable La Ciudad en La Historia cuando afirma que son la ciudad y el lenguaje las grandes obras del género humano. La ciudad es inherente a nosotros tal como lo es la razón, podría aventurarse cualquiera a decir.

Recuerdo las clases de historia que dictaba mi padre, en las que mencionaba la ¨fertil media luna¨, la hoy problemática región que va desde la Mesopotámia hasta el Mar Mediterráneo, esta zona es, se señala en los textos, la cuna de la civilización y la cuna de las primeras ciudades conocidas. Ur, Jericó, Babilonia, nombres mencionados en la Biblia, son algunas de estas. En la costa del Mediterráneo tenemos antiguas noticias de Tiro, Sidón y otras también mencionadas en el Libro de los Libros.

El Mediterráneo seria la escena, el mundo conocido. La ecumene que sentiría el impulso de la ola griega generada por Alejandro Magno, con su enfoque civilizador mediante la imposición del modo de vida griego a través de la fundación de la ciudad de Alejandría y otras que seguían el mismo modelo y con las que quiso poblar el orbe conocido hasta entonces.

Con el advenimiento de los romanos como poder hegemónico la idea de ciudad tomaría una connotación de centro de gobierno local conectado a la capital del imperio mediante una eficiente red vial. Un imperio global en el ámbito del lago romano que era, según Henri Perenne, el llamado Mare Nostrum, el Mar Grande de los hebreos. La integridad heredada de este sistema global se vería comprometida por la fragmentación impuesta luego de la caída del Imperio Romano. El devenir de las ciudades como centros de poder debería esperar siglos hasta tener un punto de giro en una nueva clase surgida en el seno del burgo, de la ciudad, la burguesía.

Hoy, a miles de años de distancia, las ciudades siguen ejerciendo su influjo sobre los seres humanos, ese influjo es el que mueve los procesos migratorios, pues todavía son las ciudades el ámbito de las oportunidades, ya que, aunque la vida urbana es difícil para los inmigrantes pobres, siempre ofrece mejores perspectivas que un ámbito rural que solo ofrece miseria y desplazamientos forzados en busca de fuentes de trabajo. Los habitantes de este planeta urbano somos herederos de una tradición milenaria iniciada en el Asia Menor cuando un grupo de hombres y mujeres eligieron un cruce de caminos, la orilla de un río o una playa para asentarse, formar una comunidad y echar a andar esa gran aventura humana que ha sido, a pesar de las dificultades, la ciudad.

Marcos A. Blonda es ciudadano y arquitecto

domingo, junio 11, 2006

Al otro lado del río

Es bien sabido que de los municipios que conforman la provincia de Santo Domingo el más pujante en términos económicos y más coherente en su fisonomía urbana es el municipio de Santo Domingo Este. Su trazado en parte realizado durante el régimen de Trujillo, a raíz del desarrollo del Ensanche Benefactor, se ve hoy día atravesado por importantes ejes viales que conforman un sistema vial mas fluido y ordenado que el de los demás municipios de la provincia, un sistema construido a medida se ha ido expandiendo esta parte de la ciudad.

Otras singularidades que presenta la zona oriental son aquellas que posee en términos de imagen, de conformación de una identidad que implique una arquitectura singular para esta zona. En la búsqueda de esas características singulares se embarcaron los estudiantes que cursaron hace unos dos cuatrimestres, la asignatura Historia de la Arquitectura Dominicana que imparto en la UNPHU. Los hallazgos que hicieron los alumnos en aquella ocasión fueron muy interesantes, pues permitieron entender como la acumulación de capitales con su consecuente efecto de movilidad social, el fenómeno de la transnacionalidad, la transculturación y la consolidación de una burguesía con una fuerte acción a nivel de su entorno inmediato, en la forma de inversiones, creación de fuentes de empleo y de efecto demostrativo han conformado toda la imagen de esta porción de Santo Domingo.

La iconografía es variada y kistch, va desde la evocación de lo exótico, donde conviven los motivos egipcios y orientales hasta el uso de materiales ¨modernos¨ como el acero y el cristal, para acentuar la idea de contemporaneidad. Moteles, discotecas, restaurantes y centros comerciales conforman conjuntamente con grandes áreas habitacionales, una amalgama de objetos arquitectónicos dispersos en el paisaje urbano de un municipio con múltiples potencialidades y un largo camino que apenas comienzan a recorrer en el ordenamiento coherente de su territorio. La zona oriental, con sus avenidas temáticas, su escenografía urbana y sus espacios transnacionales espera el rescate de su entorno, el ordenamiento de su uso de suelos y la consolidación de su imagen, labor inminente de sus nuevas autoridades electas en los pasados comicios.



Marcos A. Blonda es arquitecto

Alas de libertad

A mi querido amigo Ubaldo Arias desde pequeño le gustaron los aviones, por eso no es de extrañarse que estuviera atento, aquel 14 de junio de 1959, a la pista del aeródromo militar de Constanza cuando un C-46 plateado, según su testimonio, tocó pista para después de unos breves momentos despegar nuevamente y perderse en los cielos de aquel país sumido en la oprobiosa dictadura de Trujillo. Lo demás es historia, unos hombres, jóvenes casi todos, de diferentes nacionalidades, optaron por el camino de las armas para decapitar a una tiranía que tenía sometida a la nación por casi tres décadas. La mayoría perdió la vida en el intento, pero su sacrificio encendió la llama libertaria que generó el movimiento clandestino que apropiadamente tomó como nombre la fecha de aquel día en que Ubaldo, siendo un niño que jugaba en una loma de aserrín en la zona de aserraderos que aún hoy llaman La Secadora, vió aquel avión.

Constanza, enclavada en la cordillera central, goza de un clima templado la mayor parte del año y ello se constituye en un imán natural para el turismo. De igual manera es una zona agrícola por excelencia. Los habitantes de esta localidad siempre han deseado sacar provecho de las condiciones de su entorno, pero el difícil acceso, a través de carreteras de montaña no siempre en las mejores condiciones, lo ha dificultado. Sin embargo, el actual gobierno ha querido abrir una brecha para facilitar el acceso al turismo y la salida al mercado a los rubros producidos allí mediante la rehabilitación del antiguo aeródromo. Se ha invertido dinero en acondicionar la pista de aterrizaje y las demás instalaciones. Esfuerzo encomiable para una localidad progresista que estoy seguro, sabrá sacar ventaja de estas facilidades.

Ubaldo me ha dicho de la alegría que le ha producido ver que en el aeropuerto del pueblo de su infancia, aterrizan de nuevo los aviones; eso me lleva a hacer una propuesta, antes de que se piense reinaugurar el aeropuerto de Constanza poniéndole el nombre de algún político al que se le quieran endilgar mas virtudes que a Juan Pablo Duarte. Sugiero que si el aeródromo de esta localidad de las escarpadas montañas de Quisqueya ha de llevar algún nombre, este sea Aeropuerto 14 de Junio, tributo merecido a aquellas alas de libertad.

Marcos A. Blonda es arquitecto

jueves, junio 01, 2006

Historia de Tony Oquendo II
El primer día en el que Tony se apareció en el barrio vestido de policía se armó tremendo escándalo, a su abuela doña Fefa casi le da un ataque, pues no quería saber de guardias ni policías desde que a su hermano se lo habían llevado preso por antitrujillista allá por los últimos años de la década del 50. Los muchachos del barrio le dieron cuerda y hubo uno que otro que tomó una actitud desafiante pues el hecho de que uno de ellos se hubiera unido a la ¨institución de orden público¨ no era realmente algo dentro de los esquemas normales de pensamiento, por eso Tony se mantuvo alejado de la cancha de baloncesto ese fin de semana de permiso y prefirió entretenerse contándome anécdotas del ¨centro¨ mientras bebíamos, en el patio de su casa, las cervezas bien frías que nos mandaban del colmado de Emilio. Esas conversaciones de domingos en la tarde son el germen de estas historias.

Después de terminar el ¨centro¨ Tony fue enviado a un destacamento en Sabana Perdida donde siguió al pie de la letra lo que le habían enseñado. En la guardia el que sigue las órdenes no se equivoca, repetían los instructores en el entrenamiento básico. Esta frase, claro está, sazonada con malas palabras. Allí pasó el tiempo en la sección de robos, corriendo detrás de los ladronzuelos locales que birlaban a sus vecinos lo poco que tenían. Desde temprano sintió el peso de los ¨ramos¨ cuando un mayor le ordenó dejar tranquilo a un ahijado suyo a quien había atrapado con un televisor de una vecina mientras lo negociaba por una piedra de crack. Esto le valió un traslado al Palacio de la Policía para servir en la seguridad del recinto. Al principio Tony se deprimió muchísimo, pues su idea del trabajo policial era la calle, el contacto con la gente en el combate del crimen, no ser el centinela de los vehículos de los coroneles y tener que saludar cada vez que uno de ellos llegaba o se iba. A la primera oportunidad y luego de que se hubo enfriado el lío con el mayor, fue donde el comandante de la compañía y le explicó las razones por la que no quería estar allí. El comandante, que había sido primer cornista de la banda de música de la policía y estando en primera línea para ser director, por un chisme, había sido enviado a servir en la seguridad del palacio, él, un mozartiano, un artista, sirviendo como comandante de los centinelas, sintió simpatía por ese joven policía que al contrario de él mismo sentía la labor policial como una vocación, lo inscribió como candidato a un curso en el área de homicidios. De ese curso Tony se graduó con los máximos honores y, por no tener conexiones fue trasladado a la sección de archivo donde pasó el tiempo analizando casos pasados, detectando errores de procedimiento y anotándolos en un cuaderno. Eso duró hasta el día, en que seis meses después, conoció al capitán Manuel de Jesús Pimentel Soriano.