martes, octubre 24, 2006

Los hermanitos pobres

Mi amigo Thorvald Sigurdsson me envía desde Suecia el manuscrito de su novela de próxima aparición. Thorvald explora, no sin hacer uso del humor, la naturaleza humana en situaciones de poder, la manera como una actitud moral mantenida como válida puede convertirse de repente en hipocresía, mezquindad, lujuria y latrocinio.

La acción tiene como eje a la congregación de Los Hermanitos Pobres de San Juan, unos monjes dedicados al estudio, al cumplimiento estricto de una regla dictada por el fundador de la congregación y sobre todo a la practica de una estricta moral católica exenta de toda hipocresía, simulación y doblez de propósitos, hasta el día en que por alguna maniobra del Sacro Colegio Cardenalicio el Prior de la congregación fue elegido Papa. De manera inmediata los frailes más cercanos al abad fueron exaltados al solio cardenalicio o al episcopado. De ahí en adelante el boato de la corte romana encandiló a aquellos que habían levantado una congregación vendiendo estampitas y rosarios en los semáforos y se dedicaron desenfrenadamente y sin ningún embarazo a negociar los bienes de la iglesia, a olvidar los principios de la orden y a relativizar los valores del evangelio. El novelista explora la naturaleza de cada personaje y desenmascara al hipócrita que ocultaba detrás de si al libertino, al ladrón o al sibarita que renegaba secretamente de la austeridad de la regla impuesta por el santo fundador y otros vicios producto del poder absoluto sobre las estructuras de la Iglesia Católica.

En poco tiempo los otrora Hermanitos Pobres de San Juan se encontraban vendiendo indulgencias, de nuevo en el siglo XXI según Thorvald; alquilando el David de Miguel Angel o cobrando regalías para permitir primerísimos primeros planos del Extasis de Santa Teresa en el más reciente y muy subido de tono, video de la más cotizada estrella del rock.

La historia termina relatando la decadencia de la congregación, que desemboca en el suicidio en masa de aquellos que optaron por mantener la ortodoxia de la regla y que tomaron la precaución de preservar a trece monjes que habrían de restaurar la esencia doctrinal, la rectitud y la moral predicadas por el santo fundador.

Marcos A. Blonda es arquitecto