jueves, junio 01, 2006

Historia de Tony Oquendo II
El primer día en el que Tony se apareció en el barrio vestido de policía se armó tremendo escándalo, a su abuela doña Fefa casi le da un ataque, pues no quería saber de guardias ni policías desde que a su hermano se lo habían llevado preso por antitrujillista allá por los últimos años de la década del 50. Los muchachos del barrio le dieron cuerda y hubo uno que otro que tomó una actitud desafiante pues el hecho de que uno de ellos se hubiera unido a la ¨institución de orden público¨ no era realmente algo dentro de los esquemas normales de pensamiento, por eso Tony se mantuvo alejado de la cancha de baloncesto ese fin de semana de permiso y prefirió entretenerse contándome anécdotas del ¨centro¨ mientras bebíamos, en el patio de su casa, las cervezas bien frías que nos mandaban del colmado de Emilio. Esas conversaciones de domingos en la tarde son el germen de estas historias.

Después de terminar el ¨centro¨ Tony fue enviado a un destacamento en Sabana Perdida donde siguió al pie de la letra lo que le habían enseñado. En la guardia el que sigue las órdenes no se equivoca, repetían los instructores en el entrenamiento básico. Esta frase, claro está, sazonada con malas palabras. Allí pasó el tiempo en la sección de robos, corriendo detrás de los ladronzuelos locales que birlaban a sus vecinos lo poco que tenían. Desde temprano sintió el peso de los ¨ramos¨ cuando un mayor le ordenó dejar tranquilo a un ahijado suyo a quien había atrapado con un televisor de una vecina mientras lo negociaba por una piedra de crack. Esto le valió un traslado al Palacio de la Policía para servir en la seguridad del recinto. Al principio Tony se deprimió muchísimo, pues su idea del trabajo policial era la calle, el contacto con la gente en el combate del crimen, no ser el centinela de los vehículos de los coroneles y tener que saludar cada vez que uno de ellos llegaba o se iba. A la primera oportunidad y luego de que se hubo enfriado el lío con el mayor, fue donde el comandante de la compañía y le explicó las razones por la que no quería estar allí. El comandante, que había sido primer cornista de la banda de música de la policía y estando en primera línea para ser director, por un chisme, había sido enviado a servir en la seguridad del palacio, él, un mozartiano, un artista, sirviendo como comandante de los centinelas, sintió simpatía por ese joven policía que al contrario de él mismo sentía la labor policial como una vocación, lo inscribió como candidato a un curso en el área de homicidios. De ese curso Tony se graduó con los máximos honores y, por no tener conexiones fue trasladado a la sección de archivo donde pasó el tiempo analizando casos pasados, detectando errores de procedimiento y anotándolos en un cuaderno. Eso duró hasta el día, en que seis meses después, conoció al capitán Manuel de Jesús Pimentel Soriano.

5 Comments:

At 9:51 p. m., Anonymous Anónimo said...

Bueno, al fin Tony Oquendo! espero ansiosa más detalles de esta historia!
Orilin

 
At 9:57 p. m., Anonymous Anónimo said...

Marcos, yo insisto...deberías escribir un libro, tienes material y estilo de sobra.
Orilin

 
At 10:30 a. m., Anonymous Anónimo said...

Que bueno que ahora tengo la oportunidad de conocer mas detalles de la vida de este personaje que ha rondado nuestras vidas desde hace largo tiempo.
Bienvenidas esta cronica de vida...

 
At 11:25 a. m., Anonymous Anónimo said...

Marcos no lo puedes negar tus genes son de intelectual ..

 
At 5:19 p. m., Anonymous Anónimo said...

Where did you find it? Interesting read » » »

 

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