Definitivamente, el espíritu de la época debe haber influido para que yo creciera queriendo mucho a ese que aparecía en una foto, mirando al infinito, oteando un nuevo amanecer de solidaridad entre los hombres. Hoy el mundo ha cambiado y yo mismo también, pero a pesar de ello le sigo teniendo el cariño y el respeto que los católicos sospechosos de luteranismo les tenemos a las imágenes de los santos. Equivocado o no, estemos de acuerdo o no con sus ideas, el Che fue un hombre singular y su imagen, sobre todo aquella foto de Korda, muchas veces despojada del mensaje original, aun nos cautiva.
Cuarenta años nos separan de aquella escuelita de la Higuera donde el Guerrillero Heroico pasó los últimos momentos de la puesta en práctica de su teoría del ¨foquismo¨ Cuarenta años nos separan de un mundo dividido en dos bloques enfrentados en la constante tensión de una guerra fría que sólo se calentaba en los países pobres del Asia, Africa o América Latina.
Cuarenta años y más nos separan del Che solidario, creyente en una revolución a gran escala, con sus planteamientos sobre los múltiples Vietnams, del Che en El Congo, regresando fracasado a Cuba y partiendo a Bolivia a encontrar la ¨hora definitiva bajo otros cielos¨, como él mismo dejara escrito en aquella carta memorable a Fidel Castro.
Han pasado todos esos años y aún América Latina es el continente de los profundos contrastes que el muchacho argentino pudo ver en sus viajes en tren o motocicleta y que hoy son celebrados en el cine. Africa languidece fuera de todo interés de los países ricos y Asia provee la mano de obra barata que fabrica los bienes de consumo a los que no tienen acceso aquellos que viven con menos de medio dólar al día.
Como decía al principio, fue el espíritu de la época que me marcó, que me inició siendo un niño en la veneración de aquella imagen en un hogar donde el Che alternaba con Emiliano Zapata y Jesús en las paredes de la casa. Es por esa razón que no puedo dejar pasar la fecha sin insertar esta nota, este aniversario, que redondea una década más de la desaparición física de un ser humano que exaltado por unos, odiado por otros, definitivamente a nadie deja indiferente. No encuentro entonces mejor cierre para este breve tributo que los versos de Carlos Puebla, ¨Aquí se queda la clara,/ la entrañable transparencia,/ de tu querida presencia/ Comandante Che Guevara¨
Marcos A. Blonda es arquitecto
