jueves, abril 27, 2006

Paradojas

Estos tiempos parecen signados por lo paradójico. Marc Augé, etnólogo francés ha descrito magistralmente esta condición en un ensayo titulado, Sobremodernidad. Del mundo de hoy al mundo de mañana. Señala el escritor, como a pesar de la condición de aldea global que ostenta el mundo hoy, los particularismos se han exacerbado y han llevado a colectividades completas a reivindicar sus singularidades planteando posiciones antagónicas con respecto al nuevo orden global.

En el orden material las diferencias entre grupos sociales se han agrandado y unos pocos ostentan fortunas como no se han visto jamás desde que la revolución industrial aceleró los procesos de acumulación de excedentes económicos a finales del S. XVIII, mientras que grandes masas de población sobreviven con medio dólar al día. Quizás en ninguna otra parte sean tan patentes estas diferencias como en las ciudades de los países en desarrollo, donde a la sombra de los grandes edificios corporativos, frecuentados por una elite de ejecutivos que muchas veces se traslada sólo en helicópteros, viven grandes conglomerados humanos que subsisten en la premodernidad. En el año 2001 escuché al arquitecto mexicano Abraham, Zabludovsky decir que la diferencia entre el neolítico y la era moderna la constituía un tubo de agua potable y uno de alcantarillado sanitario. La hipérbole tiene sentido si hacemos una aproximación a la condición de los grandes barrios pobres de cualquier ciudad latinoamericana.

Los defensores del nuevo orden han cantado las bondades de la hiperconexión y han hecho de esta un icono de los tiempos actuales creando así uno de los nuevos mitos que habrán de sustituir la antigua sensibilidad por el nuevo sentir global. La información se torna rápida, excesiva, inabarcable y al final se trivializa. En los grandes centros urbanos se verifica una ruptura en el tejido social y los espacios donde prima el espectáculo acelerado de la modernidad se contraponen a los barrios tradicionales donde el ritmo se hace mas lento y las relaciones se dan en una clave primaria. La cotidianidad mantiene en estos espacios la condición que interesó a Henri Lefebvre cuando planteó que es ésta la materia prima de las relaciones sociales en la ciudad.

La cultura popular global, acelerado el flujo de información a través de los mass media, nos ha legado una maldición de improbable origen chino que dice , “que vivas en una época interesante”. Esta, nuestra época, es ciertamente interesante y contradictoria, pero también, como dice Augé, rica en esperanzas. Ojalá estas esperanzas germinen en la forma de un mundo mas justo para todos.

Marcos A. Blonda es arquitecto