Cortometrajes Urbanos2 /Audi A6
-Llegas tarde y sonreído, a
ver que me cuentas esta vez.
La costumbre autoimpuesta de
sentarme a oír las andanzas de mis amigos y transformarlas en estos cortos
urbanos me hacen estar atento todo el tiempo a las expresiones, cambios de
humor y hasta a presentir, bajo la superficie, cualquier cosa siniestra o
alegre que genere una historia.
-Mire Blonda, le cuento que
hay una especie de clarividencia que procede del hecho de estar enamorado.
-Explícate a ver, ¿hablas de
percepción extrasensorial?
-No, no es eso, es algo que
procede de una especie de estructura mental que se forma alrededor del ser amado
y que nos permite presentirle y hasta vislumbrar su futuro, si y sólo si, nos
atenemos al hecho de que para los amantes nada mas existe el presente.
-Vale, te sigo.
-Pues mire usted recién hace
un momento he asistido a la realización de una visión que tuve hace unos
años. Ocurrió durante una conversación de sobrecama, en ese momento supremo en el que ella hunde la
mitad de la cara en la almohada y te mira con un sólo ojo atento. Te da la
impresión de estar hablando con un ciclope. Mirando aquel ojo se me ocurrió
decirle, mira, habrá pasado el tiempo y te encontraré un día en la calle, tendrás
dos mellizos parecidos a ti y un marido impecablemente vestido, todos ustedes
serán impecables, tendrán cosas, cosas caras, pero debajo de todo eso tú seguirás
siendo tú. Debajo de esas convenciones, tu espíritu, que necesariamente busca
otras cosas estará ahí. Ya lo verás, te encontraré y ese será el cuadro,
como la escena de una película. El ojo parpadeó dos veces e incorporándose ella me
preguntó,
-¿Tú crees que un hombre que
tenga todas esas cosas me querrá a mi?
-Eres un lujo para cualquier
hombre, tenga cosas o no tenga, le dije. Este último era mi caso, usted
entenderá, Blonda. En aquella ocasión le dije hasta la marca del carro que
tendría su marido. Hasta esos detalles puede darte la clarividencia procedente
del amor.
-Interesante tu punto,
prosigue por favor.
-Bien, como se ha fijado
usted, hoy he llegado tarde. Antes de venir he pasado por la librería a buscar
un libro que había encargado. Allí he estado dando vueltas por las estanterías
y me la he encontrado de nuevo frente a frente. Llevaba un libro de
Kierkegaard. Estaba hermosa y si seguía leyendo
los mismos filósofos, eso quiere decir que ciertamente seguía siendo la misma.
Después de los saludos
convencionales y las preguntas de rigor, aparecieron dos niños de unos siete
años, bien vestidos, impecables, tal como yo había dicho, acompañados de un
hombre con las mismas características. Una camisa de marca, pantalones estilo
bermuda y mocasines caros sin medias. Aquella conversación vino a mi memoria de
repente y por un segundo me fui lejos, su voz me devolvió al presente.
-Él es Ricardo, mi esposo.
Al tiempo que le extendía la
mano a Ricardo y se la asía firmemente le miré a los ojos y le dije:
-Mucho gusto Ricardo, dime
una cosa, ¿Qué carro manejas?
Me miró confuso y dijo:
-Eeeeeh, un Audi A6…
-En ese momento yo sonreí, y
ella también.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home